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Meludio, el título del blog, es el nombre de un bar de una novela de Luis Mateo Díez. Es un homenaje a un libro: Fantasmas de invierno.

El fin de este blog es conocer por conocer, como los clásicos, cualquier aspecto del hombre consigo mismo o con los demás.



Cine: La estructura del héroe

 

La estructura del viaje del héroe

Existen una serie de tipos de historias en el cine que se repiten como patrones y esto se hace porque está probado que funcionan. De hecho, un lector de guiones, cuyo trabajo es hacer una criba para que luego el productor elija entre los seleccionados qué libreto le gusta, generalmente tiende a guiarse por estos patrones. Por eso, una historia cuya estructura sigue el llamado “viaje del héroe” puede tener posibilidades de pasar la criba.

Ya, ya sé que estás pensando que por qué las historias en el cine tienen que seguir unos patrones, que si se hace así, todas las películas son iguales y no tienen alma. Bien, permíteme decirte que las historias que siguen estructuras “novedosas” se hacen porque no tienen que pasar la criba de un lector de guiones, porque un productor se enamora de una historia por el motivo que sea. Sin embargo, una historia con una estructura convencional, pongamos por caso “el viaje del héroe”, puede ganarse ese alma con los adornos o los pequeños detalles. Pero el esqueleto, en si, funciona a través de un patrón.

¿Qué es ‘El viaje del héroe’?

Se trata de un esquema explicado por primera vez por el mitógrafo Joseph Campbell en 1949 en su libro El héroe de las mil caras.

¿A que a ti, que te interesa esto del guion, te suena lo del viaje del héroe. Se habla de él en varios libros. Entre ellos, el famoso El guion de Robert McKee.

Es una estructura simple y extremadamente efectiva si tu historia responde al género épico, de ciencia ficción o fantasía, pero, si lo piensas bien, se puede aplicar a cualquier tipo de película.

Y, es verdad, entronca muy bien con la clásica estructura aristotélica de planteamiento-nudo-desenlace.

El esquema básico del viaje del héroe

Planteamiento: todo se inicia con la partida del héroe o protagonista. Aquí es donde se presenta a los personajes y se establece el “mundo ordinario”, en el que, como te imaginarás, las cosas se ven en su estado normal. Pero, en un momento dado, se produce la llamada a la aventura, el denominado elemento disruptor. Es decir, tu protagonista está tranquilo pero, de repente, ocurre algo que le obliga a iniciar su misión, que puede ser una investigación, una lucha, una conquista, cualquier cosa que responda a lo que se puede llamar “la peripecia”.

Nudo: el héroe atraviesa la “puerta” y entra en el mundo extraordinario. Va conociendo nuevos personajes que le ayudan en su cometido o tratan de impedírselo.

Desenlace: en el esquema clásico, el héroe regresa al mundo ordinario, a su estado normal. No es que sea la misma situación que al principio porque el viaje no le ha dejado indiferente pero, al menos, sí que se establece en un estado de equilibrio y tranquilidad. En este momento, haya o no logrado su objetivo, sí que debes notar una evolución en el personaje. Ya no es el mismo que al principio.

No pienses que porque se hable de mundos ordinarios o extraordinarios esta estructura solo es aplicable a películas de corte fantástico. El viaje podría ser, por ejemplo, el viaje interior del protagonista, su aprendizaje, una investigación, etc. Se puede aplicar a cualquier género.

¿Cuáles son las doce etapas del viaje del héroe?

El protagonista va pasando por varias fases, exactamente doce, que van llevando la acción hasta el final completando lo que se llama el arco del personaje, su evolución.

  1. El mundo ordinario

Se presenta el estado de las cosas antes de que se plantee el conflicto que lo va a cambiar todo. Has de presentar al protagonista en su día a día. De esta manera, el espectador conocerá todo lo que el personaje deja atrás, todo lo que pierde cuando se produce el detonante.

  1. La llamada a la aventura

A los 10-15 minutos de la historia se produce el elemento disruptor, el suceso que pone todo patas arriba. Al protagonista se le presenta un conflicto o la imperiosa necesidad de lograr un objetivo. No ha de ser un tema de vida o muerte, sino que se puede tratar de algo muy pequeño, sutil, quizá conocer a la chica o el chico que le va a cambiar la vida. Ya nada volverá a ser lo mismo.

  1. Rechazo de la llamada

En un primer momento, el protagonista no quiere asumir la aventura o la misión. Claro, a todo el mundo le es difícil abandonar su zona de confort, su estado de equilibrio, el lugar donde se siente seguro y cree que nadie le puede hacer daño. Tiene miedo. Así que rechaza la llamada de la aventura.

  1. Encuentro con el maestro

El protagonista conoce a alguien que actúa como catalizador de la historia, que convence al héroe de aceptar la llamada de la aventura, de ese conflicto que se le ha planteado. Le anima. A veces, también, este maestro le da una serie de consejos, herramientas o claves para llevar a cabo la misión. De esta manera, el protagonista está preparado para cruzar la frontera del mundo ordinario al mundo extraordinario.

  1. Cruce del primer umbral

El protagonista tiene que hacer frente al primer obstáculo que el mundo extraordinario le plantea. El hecho de luchar contra ese primer obstáculo, que lo más seguro no supere, le hace estar ya de lleno en la aventura. Ya no hay vuelta atrás. Comienza el desarrollo con sus numerosos obstáculos. Ha cruzado la puerta.

  1. Pruebas, aliados y enemigos

El protagonista se tendrá que enfrentar a diferentes pruebas y obstáculos a lo largo del desarrollo. Puede que alguno de esos obstáculos sean otros personajes, los enemigos. Pero, para superarlos, contará también con la ayuda de aliados, amigos.

  1. Acercamiento

Cada uno de esos obstáculos, generalmente in crescendo, algunos los supera y otros no, le van preparando para el reto decisivo. Se tendrá que enfrentar a él. Cada vez que avanza o fracasa, el protagonista va aprendiendo y va evolucionando. Va conociendo mejor a sus enemigos o a sí mismo. Todo esto le ayudará en el momento decisivo.

  1. Prueba suprema

Es la hora del clímax, cuando el protagonista se enfrenta al mayor reto de todos, para el que, a lo mejor sin saberlo, se ha estado preparando toda la película. Es cuando echa mano de todo lo que ha aprendido, de todos los recursos, y se lo juega al todo o nada. Es casi como si de nuevo cruzase el umbral.

  1. Recompensa

Después del reto decisivo, el protagonista es recompensado, haya superado o no haya superado el reto decisivo. Dicha recompensa puede ser inmaterial como haber ganado un amigo, sentirse más fuerte o tener una nueva habilidad.

  1. El camino de vuelta

Después de la prueba suprema y la recompensa, el héroe inicia el camino de regreso, pero queda un último problema. El protagonista se enfrenta a una pelea para no perder aquello que ha ganado.

  1. La resurrección

Esta última lucha para mantener la recompensa es otra vez una lucha a vida o muerte (puede ser en sentido figurado). Aquí es cuando “muere” el viejo yo del protagonista, el que era antes de empezar la película, el personaje se desprende totalmente de él. Sale de esta última prueba purificado y preparado para emprender el viaje de regreso.

  1. El regreso

El protagonista atraviesa de nuevo la puerta que lo lleva al mundo ordinario. Pero, claro, ahora tiene su recompensa y, además, la experiencia. Ya no es el mismo. Conoce aspectos de sí mismo que ignoraba, posee nuevas amistades, se siente más seguro y fuerte. Es decir, no es el mismo mundo ordinario que al principio.

¿Te suena esta estructura?

Seguro que según la has ido leyendo la has relacionado con multitud de películas que has visto, tanto de género fantástico como cualquier otro.

Quizás ése sea el problema, que sea considerado un cliché.

Por eso, si la utilizas, debes ser muy original en los planteamientos. Has de cuidar los detalles. Dotarla de alma. Ser original en los obstáculos, en los personajes, en los planteamientos.

  • Fuente: https://creamundi.es/la-estructura-del-viaje-del-heroe/

LA SUBJETIVIDAD EN LA HISTORIA

 Siempre que relatamos la vida de los seres humanos, los de hoy y los del pasado, no podemos despojarnos nosotros, ni despojarlos a ellos, de ese velo subjetivo que cambia las imágenes, trastoca los criterios, premia y castiga, exalta y disminuye, y contrapone buenas intenciones y malicia; o porque ese velo es extendido por la mano de intereses políticos, ideológicos, corporativos o religiosos.


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